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Crónica
Social
14/07/2025
Hay días en que mirarse al espejo no es fácil. A veces uno se encuentra con una versión de sí mismo que no cuadra con lo que espera el resto. Que muy gordo, muy flaco, muy viejo, muy descuidado o no acorde a la edad. Ahí empieza el diálogo interno que arrastramos siempre, “mejor no me pongo esto”, “me veré ridículo”, “no me queda bien”. La autoestima, al final, se ve golpeada no por lo que somos, sino por lo que creemos que deberíamos ser para calzar.
Tenemos esa costumbre sutil, pero insistente de opinar sobre el cuerpo ajeno, la ropa del otro, el color del pelo, los tatuajes, los gustos. Como si ser distinto fuera una falta de respeto. El problema es que a punta de estos comentarios, uno empieza a creer que algo está mal. Y eso, es una forma de violencia disfrazada de preocupación, y dicen, “Te lo digo por tu bien”.
La autoestima no es andar todos los días con el pecho inflado. Es elegir cada mañana lo que uno quiere ponerse sin miedo. Es decidirse por algo cómodo, que te representa, incluso si no es lo que deberías usar. Cuando uno deja de vivir en función del juicio ajeno, uno se empieza a escuchar. Y en ese sencillo acto, a ponerse la ropa que uno quiere, llevar el pelo como a uno le gusta. Es como decir, “esto soy y así estoy bien”.
Son muchos los que creen que hay que encajar en un molde para valer. Se necesita justificar las decisiones estéticas, y vestirse apropiadamente para que los respeten, y evitar comentarios fuera de lugar que dolerán. Sin embargo, deberíamos aprender a dejar pasar de largo esas palabras, porque nada de lo que diga otro debería pesar más que lo que uno siente por dentro.
Por eso, hoy más que nunca, creo que la autoestima se construye desde la autenticidad. Desde permitirnos ser, sin pedir disculpas por ello. Basta de esconderse detrás de ropa neutra o sonrisas obligadas. Cada vez que elegimos desde el amor propio y no desde el miedo al qué dirán, fortalecemos una parte de nosotros que no se rompe fácil. Y esa parte, créanme, es la que más vale cuidar.
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Autor: Máximo Martínez Campos